martes, 24 de febrero de 2015

Aguacates



A Carlos se le ha terminado la cerveza y le grita a María que corre asustada. Su ojo izquierdo amoratado explica porque está tan nerviosa.
Diez años de matrimonio y un par de costillas rotas le han enseñado a ser lo que Carlos llama una buena esposa.
El grito de Carlos no contiene información alguna pero tampoco hace falta, María lleva una cerveza en la mano derecha y un vaso limpio, recién sacado del congelador, en la izquierda.
Carlos agarra botella y vaso sin dar las gracias. De todas maneras ella tampoco esperaba que lo hiciera.
María se sienta cerca de Carlos pensando cómo decirle que hace falta ir al supermercado. Por un lado Carlos ha bebido mucho y a ella no le hace gracia que la lleve en ese estado (No sería la primera vez que Carlos se duerma al volante y lo despierte un muro), pero por otro lado que llegue la hora de la cena y no haya nada listo es algo que le produce más miedo que un accidente de tránsito.
Carlos ve “¿Quién quiere ser millonario?” y está hecho un erudito.
– ¿Sabes cuál es el origen de la palabra aguacate?
El rostro de María se ilumina por un segundo. La charla insustancial es lo más parecido al afecto que Carlos le da. Con el tiempo, frases como “¡Qué calor hace!” y “No veo la hora de que sea comienzos de mes”, se han convertido para María en “Gracias por la cerveza” y “Te quiero”.
No sabe el origen de la palabra aguacate, pero no quiere perder la oportunidad de ser tratada durante unos segundos como una persona así que aventura:
– ¿Será algo de agua no?
Carlos unos segundos antes ignoraba la respuesta, acaba de verla en el concurso pero le contesta como si lo hubiera sabido siempre y María fuera una pobre ignorante.
– Viene de “ahuacatl” y significa testículo.
María ríe. Supone que para él es una gracia y que espera que ella se la festeje. Este podría ser un buen momento para decirle lo de la compra.
– Hay que ir al súper, ya se acabó la comida.
– ¡Mierda! ¡No puedes ser más inútil! ¿Te parece qué el puto calor que hace fuera es como para salir de compras?
– Puedo ir yo sola si …
– ¿Estás loca? No te soltaré el auto, espera que me arregle un poco. Será estúpida la…
María sabe que conduce mejor que él, pero no dice nada. Sigue en silencio cuando sale de casa entre insultos y sigue en silencio incluso cuando desde el auto Carlos grita obscenidades a una vecina de 16 años. María sólo rompe su silencio en el supermercado para decir:
– ¿Puedes por favor coger unos aguacates mientras hago cola en la carnicería?
Carlos está sorprendido por lo que considera una osadía, la mira con desprecio y contesta entre dientes:
– ¿Me has visto cara de verdulera? Escoger aguacates es una de las pocas cosas en las que un hombre se fiaría de tu criterio, así que no la desaproveches.
María descubre los aguacates a pocos pasos de Carlos, escoge unos pocos y vuelve a la cola.
– ¿Ves como podías tú solita? Tu momento estelar y estuviste a punto de desperdiciarlo.
María guarda silencio nuevamente, esta vez durante el resto del día.
Debían ser las cuatro de la mañana cuando un suave peso sobre el cuerpo y un extraño cosquilleo despiertan a Carlos. Sus ojos se acostumbran rápidamente a la oscuridad y distingue la silueta de su mujer sobre él.
¿Querrá follar a estas horas la muy puta? se pregunta sin terminar de despertarse.
Su mujer, o más bien esa sombra que parece ser ella, alza la mano y Carlos ve el resplandor de la hoja de un cuchillo.
Es todo lo que necesita para despejarse del todo. Se intenta levantar y descubre que está atado.
– ¿Te has vuelto loca? ¿Pero qué demonios crees que haces zorra?
María mueve el cuchillo por el pecho de Carlos, despacio, cada vez más abajo. Cuando Carlos siente que el cuchillo acaricia su prominente barriga y sigue bajando, deja escapar a la vez la orina y un grito de furia y miedo.
– ¿Qué demonios te propones maldita loca?
– Tranquilo, no pasa nada. Sólo voy a llevarme un par de aguacates. Será mi momento estelar.

5 comentarios:

  1. Menuda venganza. Un relato duro que refleja la verdad de muchas personas. Muy bueno. Un abrazo.

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    1. Gracias por comentar María. Es cierto que muchas personas son horriblemente maltratadas física y mentalmente por sus parejas.
      Lo que hizo tu tocaya tampoco es solución, pero así son los cuentos. Se escriben solos.

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  2. Dura, muy dura Realidad que viven muchas mujeres en Silencio... Y... Sino lo digo reviento... ¡Ole! ¡María le echó ovarios!
    ¡Me encanta ese final!
    ¡Besis! ;)

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